Tras la entrega de “Sal y Limón” llega “Tequila”. Es el tercer tema de esta aventura temática vinculada a lo cotidiano, a los placeres de lo rutinario y a su aparente intrascendencia, protagonizada por un avatar animado del propio Borland.
Como en “Sal y Limón”, estrenados en mayo y en julio, respectivamente, “Tequila” nos presenta una versión actualizada del cantante y compositor, más lírica que nunca y cantando en castellano. También como dueño absoluto de su sonido, con una producción tan casera como espectacular. Y con el alter ego gráfico de Borland —ilustrado por Oli Reise— como personaje central. Así completa un tema evocador y cadencioso, en el que los tragos se convierten en la alternativa al desamor.
Con ese hilo conductor, el artista madrileño —con reconocibles raíces en Jamaica y Panamá— va completando una historia narrada en un orden no necesariamente cronológico, pero que acabará encajando en ese proyecto personal llamado “Cena”. Pero no es preciso ensamblar pieza alguna: quien prefiera un consumo urgente, que disfrute sin complejos de cada composición de este artista tan singular.
En esta nueva etapa laten ideas que ya burbujeaban en “Espesso”, su álbum de debut: partir de géneros clásicos como el bolero para consumar obras de exquisito R&B. Así es como nos propone esos viajes de lo antiguo a lo actual, va del bolero al neosoul, explora el reguetón o rebusca en el trap. Emerge también el multiinstrumentista acérrimo que es y una destreza en la producción que le permite alcanzar la sofisticación pese a su carácter artesanal.
En los temas de “Cena” se opera también el cambio del inglés al castellano, dos idiomas que maneja en pie de igualdad; una decisión no menor en la que mucho influyeron las canciones de Serrat, Sabina, Drexler o El Kanka, colaborador de Borland en “Limón”.
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