jueves, 25 de noviembre de 2021

Solea Morente publica su nuevo disco "Aurora y Enrique"


Es difícil reinventarse cada vez. Conforme pasa el tiempo, resulta cada vez más complicado satisfacer las expectativas creadas. Por eso, llega un momento en que una artista, una de esas que se escribe con mayúsculas, debe hacer su camino. Porque Soleá Morente ha firmado un disco inmenso. Si ya tenía fama camaleónica, ha dado un giro hacia donde nadie pensaba que iba a ir. Hacia un terreno movedizo, peligroso para una cantante de su casta y salero. Y lo ha hecho para hablar de lo que lleva más dentro, lo que todos queríamos saber: cómo es crecer en una casa con Aurora Carbonell y Enrique Morente. Y después de la fuerza de un disco tan aplastante como “Lo Que Te Falta”, Soleá hace un disco íntimo, con referencias al shoegazing y al dreampop, con ecos de Mazzy Star y Beach House, y para rematar, por primera vez, firma ella misma todas y cada una de las letras de las canciones y su música. Es su disco. 

Nadie podría pensar que Soleá hubiera buscado reflejar su intimidad, sus confesiones más profundas, en semejantes sonidos. Pero ahí está. Así se forjan las leyendas, yendo en contra del camino marcado. 
 

Un camino que abre “Aurora”, su madre, que inicia la historia y que va a ser la referencia del viaje, de algún modo la narradora, con esta canción que nos abre un fresco en el que podemos comenzar a ver la conformación de un hogar especial. Sobriedad, contención. Pero “Ayer” ya nos deja claro que los parámetros no van a ser los habituales. Porque los arreglos, el ritmo cadencioso, los delays, nos hacen pensar en el mencionado shoegazing, en la melancolía y los paisajes sonoros bucólicos. La dinámica que crece acompasada con la emoción, los silencios, los susurros, para contar la aparición del amor. “Yo Y La Que Fui” es áspera y árida, entre Tindersticks y Sufjan Stevens, pero poco a poco va haciendo entrar la luz, las dudas sobre quién eres y quién quieres ser, las inseguridades y los miedos. 
 
“El Pañuelo De Estrella” es el primer asomo de duende en el disco, y de qué manera. Entre programaciones y arreglos más propios de Sterling Morrison, salen sus orígenes, mientras cuenta lo que podría ser el momento del primer encuentro entre Enrique y Aurora o cualquier otra pareja. Un momento hermosísimo que se hace tremendamente corto y que, como no podía ser de otra manera, cuenta con la colaboración de su hermana, Estrella Morente. Cotidianidad y arte conviviendo son capaces de las mayores magias. “Fe Ciega” va empujada por Lou Reed y por ese amor que se siente ya inevitable, necesario. Un desarrollo que se mueve entre la claridad y el caos, entre las melodías y el ruido, conformando un ambiente hipnótico y evocador y que esconde un pequeño homenaje a Manzanita, compadre de Enrique y casi una pieza más de la familia Morente. 
 
“Domingos” abre la cara B del vinilo con un nuevo ejemplo de salto al vacío. Post-punk, programaciones oscuras, la necesidad de huir de la rutina, Cut Copy, aguas turbias y bailes, ansiedad. Con la participación vocal de Isa Cea (Tiangulo de Amor Bizarro) que se mueve sibilina e hipnótica entre semejantes parajes. Y justo en ese momento turbulento, “Iba A Decírtelo” nos trae los paisajes más evanescentes de THE CURE. Dulzura, luz, rubor, candor. “El Chinitas” es un ejercicio de folk con unas armonías preciosas, y unos arreglos de guitarra realmente esplendorosos. Y esa referencia a “Ducati”, una de las canciones más divertidas de “Lo Que Te Falta”, gesto con el que Soleá cierra un círculo: la rendición que allí se planteaba se muestra aquí como el momento culmen del principio de la historia de Aurora y Enrique. 
 
Punto y aparte merece “Marcelo Criminal”. Un homenaje a una figura única que cuenta con la participación de su protagonista, un espíritu pop absolutamente irresistible, sorprendentemente regado con palmas y guitarras, y una química maravillosa, divertida, mágica con ese guiño a Papa Levante. Una mirada cruzada, Marcelo desde el escenario, Soleá desde el público, la sala Siroco, la lluvia… Y la música. 

“Polvo Y Arena” es el canto al tiempo, al recuerdo, a las despedidas, al amor que, aunque se lo lleve el viento, nunca se olvida. Y también a las noches en vela dedicadas a todo ello. Con un estribillo del cancionero popular que tantas veces formó parte del repertorio de Enrique, que sonaba habitualmente por los pasillos de la casa de los Morente y que Soleá lleva clavado en el corazón y que reproduce en “Polvo Y Arena” como si fuese una estela más de sus recuerdos familiares. El cierre, puro duende, claro, dedicado a “Enrique”, retomando el tema que abre el disco, pero enseñando la otra cara de la moneda. Los pelos de punta. 


Párrafo aparte merece el trabajo de producción, mezcla e interpretación de Manuel Cabezalí. Culpable de buena parte de la instrumentación, el sonido y la producción, su aportación ha sido clave en los sorprendentes resultados de este disco al igual que la de Nieves Lázaro, que toca teclados y hace coros, Juan Manuel Padilla que toca batería y percusión y Dany Richter que se ha ocupado de la masterización. 


Una portada con un diseño minimalista que lo dice todo. Blancos y negros. Dos fotos. Una fecha, la de la unión de Aurora y Enrique. El principio de todo. El principio para Soleá. Y en ellas, esa devoción por la madre, la de él por ella. Un disco donde lo que prima es la sinceridad, la mirada directa y prístina de Soleá hacia todos los que quieran acercarse a este ejercicio de honestidad, de cariño, de raíces, de historia, pero, sobre todo, de amor. Con mayúsculas. Del que está lleno de aristas. Del que mata y revive. Del que nos da razones para vivir y pensar, que sólo por ello, todo esto ha merecido la pena.

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