Stivijoes es la banda sonora del extraño presente. Su música es testimonial y autorreferencial, pero trasciende a su propia generación. A su temprana edad, el catalán ha aprendido a comunicarse a través de los modismos (verbales y no verbales) en boga en su comunidad, pero un analista del futuro solo averiguaría su época por el continente y no por el contenido: reflexiones ecuménicas bajo producciones ziennials.
“Solo” es una balada a piano deconstruida acerca de no ser suficiente para alguien. “Nunca he sido la mitad de lo que fuiste para mí” es el mantra que se diluye a lo largo de la composición, tan acuosa como mística. Intimismo problemático paneado mágicamente hasta lograr esa atmósfera de habitación aislada y solitaria.
Con producción de St Woods y mezcla de Alex Ferrer, Stivijoes toma influencias del nuevo pop centroamericano, el hip-rock de reminiscencia dosmilera, la estructura de la canción clásica y la producción minimalista de timbre agudo. El hijo del Baix de Llobregat siente las mismas emociones que tú, pero las explica muchísimo mejor: cumplir las (auto)expectativas, desconocer el núcleo del problema o regodearse (aunque sea durante un instante) en la autocomplacencia son temas desgranados por el artista con tanta claridad como delicadeza, de modo que convierte las vivencias individuales en problemas fácilmente digeribles. Una balada al nivel de los grandes maestros, esos que cada vez escasean más.
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