No todo lo que existe puede verse ni escucharse. Hay frecuencias que escapan al oído humano, vibraciones que atraviesan el cuerpo sin que apenas seamos conscientes. En ese umbral oculto, como un conjuro, se mueve “Vudú”, el nuevo single de Nina Emocional y el primero de un EP que verá la luz muy pronto.
El tema coquetea con la magia negra y con el sub bass, como un temblor en el pecho que marca el latido. Un track que se mueve entre el deep dubstep y el 140, construyendo un ambiente denso y magnético donde el ritmo es tan importante como el espacio que lo rodea.
“Mis ex se gustan, mis ex se lían” empieza a cantar Nina, entre el ASMR y una voz andrógina que no busca el esfuerzo. Su espeluznante excentricidad está muy alejada de la fórmula pop tradicional, y a la vez es tan extraña que resulta más divertida que aquella otra.
En lugar de explosiones sonoras, Nina Emocional baja el volumen en los momentos clave, atrapando al oyente en un vaivén de tensiones irónicas: serpentea con un magnetismo casi susurrado. Como una bruja que conjura su poder sin necesidad de demostrar nada, su presencia en la canción es una sombra ante un bajo claramente principal. No hay acrobacias vocales, solo un fraseo que hipnotiza, una cadencia que atrapa como un hilo de humo negro.
La producción se construye con elementos mínimos pero efectivos: golpes de bajo profundos, ritmos fragmentados y efectos sutiles que generan una sensación de movimiento entre el dubstep y el doom metal. Cuando el bajo golpea, lo hace como un presagio, con el peso suficiente para que todo se tambalee por un instante. “Vudú” no es solo música, es un objeto sonoro con peso ritual. Nina Emocional no canta, invoca, y no es la mayor fanática de la magia blanca.
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