Rodeado de un imaginario que, de algún modo, refleja su región y cultura, logra arrancarnos una sonrisa y nos invita a cantar sus letras mientras disfrutamos de sus melodías. Aunque sus canciones nos mecen con ligereza, la voz rasgada e inconfundible de Jaguayano, bajo esa suavidad, escarba en lo más profundo del alma, dejándonos un poso de verdad inesperado. Todo esto, mientras observamos la puesta de sol perfecta desde su isla desierta.
Jaguayano es la propuesta fresca y luminosa de Pablo Gómez, quien, desde la Costa Quebrada cántabra, nos transporta de manera orgánica, con su ukelele y nylon, a lugares maravillosos que podrían existir en cualquier rincón del mundo o en los recovecos de nuestra imaginación.
Desde su independencia artística, ha recorrido un camino de siete años, construyendo con coherencia y el cuidado de un artesano, un personaje y un estilo propio. Lo ha logrado a través de dos LPs, un EP y varias colaboraciones destacadas (como las de Adriá Salas, Javi y Pablo, entre otras).
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