Pol Batlle publica En “Caballo Voy”, un nuevo EP eléctrico y emocional que marca un giro en su trayectoria después de “Salt Mortal”, anticipando su próximo disco y reafirmando la fragilidad como fuerza.
Tras el impactante debut con “Salt Mortal”, que le situó como una de las voces más sensibles y honestas del panorama musical ibérico, Pol Batlle vuelve con “A Caballo Voy”, un EP de cinco canciones que no es solo una parada entre discos, sino una verdadera declaración de intenciones. Este nuevo trabajo marca un paso firme hacia nuevos horizontes estéticos, sin perder la delicadeza lírica que ha caracterizado a su universo musical.
Si “Salt Mortal” era una inmersión emocional sin red, “A Caballo Voy” apuesta por un sonido más eléctrico y orgánico, alejándose del folk introspectivo para acercarse a los terrenos del rock americano y el pop alternativo, con ecos de Alabama Shakes y ecos del rock fronterizo de los noventa. El resultado es un disco vivo y maduro, que se sostiene sobre el equilibrio entre la herida y la esperanza.
Producido por Ander Agudo -compañero de viaje desde los tiempos de Nubla- y grabado con antiguos miembros de Ljubliana & the Seawolf, el EP destaca por piezas como “Echó en Quemar” o “Sinking”, donde el uso combinado del castellano y el inglés suma profundidad emocional, y “La Piel”, una canción que se queda como un pensamiento persistente. Lo completan “Weirdthing” y “Lost & Happy”, temas que evidencian que Batlle no busca grandes gestos, sino emocionar desde la verdad.
A “Caballo Voy” llega mientras el cantautor trabaja en su próximo disco de larga duración, todavía rodeado de discreción, y después de una trayectoria construida sin prisas, con apariciones en Colors Show, Tiny Desk y colaboraciones con nombres como Maro, Salvador Sobral, Silvia Pérez Cruz, Lucía Fumero o Xarim Aresté, permeable, presente.
Si “Salt Mortal” acababa con una puesta en escena cargada de simbolismo —la muerte del torero y el corte de la recolecta—, “A Caballo Voy” es la cabalgata posterior: una travesía que asume el luto para abrirse a la transformación. En tiempos de corazas, Pol Batlle sigue reivindicando la fragilidad como una virtud, y la canción no como consuelo, sino como espejo.
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