Canciones progresivas de puño en alto: el álbum debut de Chicle es la simbiosis perfecta entre el art-rock de laboratorio y el indie sintético capaz de levantar un festival. Sus temas vienen cargados de hard-rock que renuncian a la moderación, pues “La Belleza” se construye de forma casi operística: vieja escuela con toneladas de dramatismo, un viaje épico hacia los miedos más oscuros.
El primer LP de Chicle es, como cualquier trabajo debutante, una carta de presentación. Ya de por sí, es un ejercicio de maestría que Álvaro Benito vuelva a darse a conocer tras casi veinte años en la música española. Después de lesionarse como jugador semiprofesional en el Getafe CF y el Real Madrid, Benito empieza a tocar la guitarra y forma Pignoise, una de las bandas de pop punk más importantes de comienzos de siglo. “Nada que perder” o “Te entiendo” se convertían en la banda sonora de toda una generación. ¿Cómo puede Benito seguir siendo un debutante? El vocalista ha vuelto a nacer con una forma completamente novedosa: Chicle es un proyecto que parte de lo más íntimo, desde la entraña pura, de todo aquello que nadie ha podido ver nunca pese a tantos años en el foco. Y eso es lo que hace del proyecto algo tan especial: es un secreto guardado durante años, capaz de conectar con el yo más profundo. “He volado por todos los cielos, he mostrado todos mis defectos”, canta en “Despertador”, o “Pesa menos nuestra fragilidad, en el mundo real no la puedo mostrar” en “Huracán”.
Una presa, cuando se rompe, pierde agua a borbotones. Y “La Belleza”, como cualquier cosa contenida durante muchos años, explota en demasía: destaca precisamente por su opulencia y su enfoque en la maestría técnica. Impregnado de confianza y grandeza, el álbum es una retrospectiva a la época dorada del rock de estadio (dicho de otra forma, cuando era el rock el que llenaba los estadios): en los doce temas que conforman el trabajo, el power trío transita desde el art-prog hacia un rock más duro, pero igualmente sofisticado, haciendo fácil lo difícil, experimentando sin perder su carácter popular.
Solo más es más: el álbum está cargado de solos de guitara a todo trapo, distorsión y redobles imposibles. Solo más es más, pero eso también aplica a las personas. Benito invita a la unidad y la resistencia ante las adversidades de la sociedad moderna. Su lucha es oscura pero también esperanzadora, como canta en “Hambriento” (“No gobernarás, no me perturbes la tranquilidad”), o en “Impostor” (“Tengo mi cielo despejado, somos leones enjaulados que permanecen hambrientos”).
Compuesto y producido por el vocalista, el álbum ha sido mezclado y masterizado por Alex Ferrer. “La Belleza” marca un(re)nacimiento artístico para Benito, una nueva faceta más íntima y personal. Fusionando la energía del hard-rock con la profundidad del art-rock, también el virtuosismo técnico y la emotividad se relacionan como uña y carne. El power trío presenta un debut cargado de vulnerabilidad operística, entendiendo que la fuerza proviene, muchas veces, de entender las debilidades propias.
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