Nadie más podría empezar un álbum con una bandurria de bard-core que ondea a ritmo de villancico medieval para, acto seguido, introducir el subgrave 808 más potente del mercado. Nadie más podría mezclar el glitch automovilístico de “Bitch I’m Skinny” con el piano más impresionista de reminiscencia decimonónica. “Aerial Display” es el álbum debut de Nico B.: un trabajo de caos ordenado y rupturista que abre las puertas de par en par a un futuro prometedor.
“Aerial Display”, cuyo título se traduce como exhibición aérea, parece fruto de un día de virguerías en el Ejército del Aire, o un avión de los que escribe en el cielo a cambio de unas cuantas volteretas. En cualquier caso, escuchar el debut del zaragozano se siente como levitar en medio del sueño: Nico B.: elimina la brecha entre lo clásico y lo contemporáneo, entre la máquina y la naturaleza. En los videoclips que acompañan las canciones que han salido como adelantos (“Concierto rv532”, “Bitch imskinny”, “Camerino”, “Que me mato”) aparece un Nico B. futurista, ataviado con gafas de sol y una sonrisa que adolece de honestidad, sobre un páramo tan bucólico que parece pintado al óleo. Así, el zaragozano presentaba un trabajo atractivamente excéntrico, naturalista, con un poco de chulería, pero apasionado y sincero: una mezcla de especias sorprendentemente homogénea.
Ese contraste entre lo electrónico y lo orgánico dota al primer álbum de Nico B de una cualidad puramente visual: un paisaje sonoro de la matrix, un pasto de ovejas robot. Por ejemplo, “Camerino” es un reggaetón acuático que toma su punto de partida del folclore latinoamericano, a la vez que la voz distorsionada del cantante rompe con cualquier sensación de raíz. Algo similar sucede con “Por si pierdo luz”, en la que un dúo de voces le canta a los ángeles en medio de una base de sad trap. “Galgo”, por su parte, nace de un hip-hop más clásico en el que se puede escuchar perfectamente a una manada de caballos galopar (rozando así una percusión de cumbia). Con su collage de estilos experimental, Nico B procura un trabajo cargado de fortaleza: el dembow minimalista, los cantos medievales autotuneados, su eterno glitch o esas texturas que establecen puentes entre Atlanta e Islandia no compiten entre sí por protagonismo, sino que ese supuesto desorden culmina en un edificio de fuertes cimientos.
“Aerial Display” ha sido coproducido por Sergio García y el propio Nico (algunas pistas, junto a Edu Hernández). La mezcla estuvo a cargo de Sergio García, mientras que el máster fue realizado por Álex Ferrer. Con él, el artista se convierte en el soberano de su propio mundo de fantasía, dominado por un sonido tan martilleante como impresionista en el que la música urbana más industrial se une con las raíces afrocaribeñas y los sintes cristalinos. Una parálisis del sueño reconfortante, un San Juni pero pastoral.
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