El poder de la voz. Del menos, es más. De emocionar utilizando pocos elementos. A veces, el secreto de la música reside en esa combinación. Un cóctel fácil de decir y difícil de llevar a cabo que María Blaya domina con maestría. “Aunq duela” cuenta, eso, que la vida hace daño. Pero se sobrelleva mejor cuando se tiene cerca una pieza de orfebrería así: pop vanguardista, alegre y melancólico a la vez, con palmas de inspiración flamenca, guitarra y sintetizadores. Melodía de las que se quedan. Y verdad, mucha verdad.
La historia de María Blaya (Murcia, 1996) es la de una compositora con un don natural para conmover con su música. Capaz de sonar a la vez contemporánea y atemporal, aúna melodía y experimentación como si fuera sencillo. Mostrando un particular universo creativo que se muestra en cada pieza. Una artista en continua evolución y en constante búsqueda de nuevos caminos sonoros y personales. Su carrera se inició en su Murcia natal, pero cogió altura al mudarse a Madrid. Que artistas como Natalia Lacunza, trashi, Rojuu, Blanco Palamera o Daniel Sabater hayan colaborado con ella no es casual. Tras una serie de EPs y singles que la situaron en el mapa de grandes promesas del pop en castellano, su primer álbum, “Grande”, editado a finales de 2023 confirmó su estatus como realidad de la escena actual.
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