Irene, Arturo y Leyre se conocieron en la universidad. Coincidieron en el grupo de interpretación de la UMU y aquello les impulsó a crear Perdón, el power trío de tontipop cuyos conciertos dramatizados rozan el teatro musical. Su primera canción fue publicada durante el confinamiento, y de aquello ya han pasado cuatro años. Juntos, se han graduado, han vivido la crisis de fin de carrera, el hastío periférico versus el anticentralismo, alguna ruptura y una oposición. En definitiva, se han hecho mayores. “Debería cuidarme un poco más” es su álbum debut, pero también su Boyhood particular o cualquier otro filme que verse sobre el coming-of-age.
Pese a todo, su debut suena naif e inocente. Perdón han reformulado el bubblegum pop desde el bedroom: a caballo entre las melodías pioneras de Family y la democratización del arte por la que aboga su vecino Marcelo Criminal (que, de hecho, colabora en “Plan Bolonia 2009”). Sobre sintetizadores alegres y los modos más mayores que podrás encontrarte en la escena española, el trío reflexiona sobre la adultez y todas aquellas cosas que fingen saber (porque a su alrededor se les exige el conocimiento desde la inexperiencia).
Aun con todo, los murcianos no se resignan, sino que dotan al tontipop de un discurso propio y conceptualmente serio: la reivindicación del disfrute de la vida contemplativa, la protesta ante las imposiciones sociales o la hiperproductividad del sistema son algunas de las causas a las que se adscriben. Así lo cantan en “Tiempo libre”,junto a Aiko el Grupo: “estoy harta de tener aficiones productivas, estoy harta de tener que aprovechar cada segundo de mi vida”. También en “Desaparecer”, que fue su primer single: “todo el mundo está resolviendo u vida y yo me siento ahora un poco perdida, todos mis amigos conoces su futuro y yo aun no estoy segura ni de qué quiero almorzar”. Porque, sí, se puede hacer política en la música más allá del punk.
La producción corre a cargo de Guille Solano, la mezcla es obra de Sergio SVPER y el máster de Álex Ferrer. Con ellas, Perdón reivindican que hacerse mayor no va ligado al aburrimiento. ¿Quién dijo que el tontipop no podía ser un placer adulto? La procrastinación, los pensamientos hedonistas, las melodías cantables y las rimas sencillas son igualmente disfrutables cuando rozas la treintena.
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