miércoles, 4 de octubre de 2023

Marcelo Criminal presenta su nuevo disco, “La última casa de apuestas”

Una historia de desafección, de un dolor inocente, emotivo, en las tiendas y en el Corte Inglés. Algo que nos ocurre a ti y a mí, la gente normal, y que por tanto también padece Marcelo Criminal. El cantautor murciano reincide bajo el signo de aquel epíteto que una vez hace años la asignaron en prensa —“el niño Marcelo”, le llamaron— y que hoy más que nunca le apela directamente. 

Marcelo es un llanero solitario de la cotidianidad y también de la imaginación. Cabalga como pocos el realismo mágico de la huerta murciana, dando lugar a delirios ficticios y magnicidas como en “El Día que Murió Pedro Sánchez”. De la misma manera, es capaz de esbozar un Ecce Homo profano de sí mismo, nada más y nada menos que retratándose como “la pesadilla de Karl Marx”, por necesitar mucho y casi no poder aportar (así lo canta en ‘Miedo a Salir de Noche’). 


Con el single “Nueva Sinceridad”, una canción sencilla y melódica, también recurre a un pasaje freudiano y aprensivo, casi infantil, de burlas y risas pero que se sabe, definitivamente, destructor y nihilista aun apoyándose en una esperanzadora segunda persona del singular. 


Estos tres cortes forman parte del triple adelanto, tríptico que nos aproxima en forma, fondo y espíritu a “La Última Casa de Apuestas”, el próximo larga duración de Marcelo Criminal, que será publicado por Sonido Muchacho el día 29 de este mismo mes. 


Las victorias nublan el recuerdo y dan una pátina fulgurante a todo tiempo pretérito, pueden llegar a hacer olvidables incluso esos episodios más oscuros. No es el caso de Marcelo Criminal, desde luego. Sabe que la vida no funciona así: como él mismo canta, se asemeja a los profesores de Educación Física, quienes aparecen durante un periodo de la vida y no vuelven jamás. Tampoco es que él haya sido un abonado al triunfo (salvando algún escarceo con el pop de masas) pero, aunque lo fuera, sus ojos escupirían la mirada de un personaje secundario sin diálogo, a la sombra del superhéroe. 


Si Marcelo ganase la lotería mañana, al entrevistarle la televisión, acodado en la barra de aluminio del bar de debajo de su casa, no sólo hablaría de los agujeros que ahora podría tapar, sino que también veríamos un miedo aterrador e infantil recorrer el brillo de sus gafas de pasta (un repentino brote de “¿qué hago yo aquí?”). “La Última Casa de Apuestas” no es un disco que nos hable de la derrota, aunque tampoco trate abiertamente la victoria, como expresa su título a modo de microcuento. El cuarto álbum del murciano se ocupa de toda esa inmensidad gris y existencial que cabe entre un extremo y el otro. 


Los laberínticos corredores de El Corte Inglés, el Parque de Fofó, la Avenida de Juan Carlos I y el bajo de su psicoanalista (donde, por cierto, quedó atrapado) sitúan este itinerario por la memoria sentimental del cantautor lofi a ritmo de pop de habitación auténtico. Rasgueos de guitarra mediosas, cajas de ritmos minimalistas y una dicción destartalada que parte sílabas a sus anchas acompañan a esas historias trágicas y cotidianas de incomprensión y timidez; de dificultad para hacerse entender; de indecisión frente al sábado noche. Todas ellas —cortes de apenas más de un minuto— muestran la eterna ‘contradicción marceliana’ ya casi como un tópico literario por derecho propio. 


“El niño Marcelo” (como una vez le llamaron en prensa) se sirve de un imaginario presente confundible con otro de carácter freudiano en pasajes que se saben bajo el signo de la burlas de recreo y de la fantasía macabra; pero Marcelo Criminal, de voz grave, nombre amenazante y teclado ruidoso, es quien explaya abiertamente a lo largo de estos 22 relatos en forma de canción que ocupan este LP, sin importar si la naturaleza de estos es la autoficción dramatizada, el ilusionismo irónico o la pura verdad — ahí podemos verle vestido de poeta-soldado como Garcilaso frente a unos grandes almacenes. 


Hoy sale a la luz este amplio e indispensable cancionero de la mano de la casa discográfica Sonido Muchacho. Eso sí, gaste cuidado de no perderse en los pasillos de su tienda de confianza y acabar en la salida de emergencia, pues podría ser una experiencia parecida a la de recorrer los interiores del propio Marcelo Criminal. 


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