“Ahí te pudras, maldita” es el nuevo capítulo en la historia de Las Petunias, una banda que ha convertido su universo en una suerte de caballería emocional.
Cuatro canciones que cuentan cómo se sobrevive al amor y a uno mismo a través de un universo estamental: “Ahí te pudras, maldita” funciona como una pequeña crónica emocional sobre la juventud, el desamor y la resistencia, narrada con el tono de una novela caballeresca pasada por el filtro del pop contemporáneo. Elsa Moreno, Natalia Montes y Cecilia Soto convierten su imaginario medievalista en una metáfora vital: el amor como campo de batalla, la amistad como refugio y la música como única forma de supervivencia.
Producido por Carlos Díaz y masterizado por Mario Kadizfornia, el EP muestra la madurez sonora del trío madrileño. Las guitarras ganan peso y dramatismo, las voces se entrelazan con mayor intención y los arreglos (realizados junto a Hanna Plum) aportan una nueva densidad emocional. Frente al desenfado lo-fi de sus inicios, Las Petunias suenan ahora más cinematográficas, sin perder el pulso directo del punk-pop ni su ironía característica.
El disco abre con “No necesito estar sola (ya lo he estado toda mi vida)”, una declaración de independencia que exhibe su lado más maquetero y urgente. Con un ritmo veloz y un coro casi gritado, la canción canaliza la frustración y el empoderamiento de quien ya no busca aprobación. “Historias de mi madre” continúa el relato desde otro ángulo: una conversación generacional convertida en himno pop, donde las hijas reclaman memoria y comprensión. Su producción cristalina y su emotividad directa muestran el lado más tierno y reflexivo de la banda.
El punto central del EP llega con “Tirant lo Blanc”, un duelo de amor y guitarras inspirado en el clásico de Joanot Martorell. Aquí, Las Petunias reinterpretan el espíritu caballeresco desde una óptica contemporánea, enfrentando deseo y poder, vulnerabilidad y sarcasmo. Es su canción más ambiciosa hasta la fecha: una mezcla de épica y noise, de dulzura y furia. El cierre, “Agota la suerte”, lleva esa intensidad al extremo. Con una base más oscura y una atmósfera densa, la canción introduce sintetizadores que expanden el universo sonoro del grupo. Suena a desahogo y a rito de paso: una catarsis que enlaza con la crudeza del emo y el espíritu rebelde del post-grunge.
En conjunto, “Ahí te pudras, maldita” puede escucharse como una historia de caballería emocional: cuatro capítulos sobre perder, resistir y volver a empezar.
Las Petunias han construido su propio reino, hecho de sarcasmo, ternura y distorsión, donde la vulnerabilidad es una forma de coraje y el humor, un escudo. Así, el joven trio no canta sobre princesas ni dragones, sino sobre todo lo que arde en el presente. “Ahí te pudras, maldita” es su nuevo tratado sentimental hecho por las verdaderas cronistas de nuestro tiempo: cuatro canciones para sobrevivir al desastre y salir, otra vez, con la armadura puesta.

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