lunes, 22 de enero de 2024

“Diamantes”, el nuevo disco de Alejo


Ya esta disponible el segundo disco de Alejo, “Diamantes”, en el que forja, con la maestría del artesano y la naturalidad de un talento innato, un elaborado trabajo de pop de alcurnia entreverado con rock sobrio y resiliente. Firma el artista navarro un conjunto de nuevas canciones cuya lírica ahonda en los estados de ánimo, tomando tierra sobre tramas emocionales que traspasan la carne para arañar el alma. 

El artista navarro, además, estrena el tema “Gatopardo”, incluido en su nuevo disco. "“Gatopardo” habla de la procrastinación personal. Queremos que todo cambie para que siga siendo lo mismo y así damos vueltas en círculo en nuestra propia existencia. Basado en la novela que da título a la canción, la escribí en una conversación con mi padre que hablaba del mundo tan rápido en el que vivimos y en constante movimiento que nos hace volver todo el rato al mismo punto de partida. Comenta del tema el joven. 

Con “Diamantes” Alejo se reivindica como un artista de primera línea, intérprete y compositor carismático, veraz y original, que refulge con una creatividad expansiva que revela la maduración artística y la destacable lucidez interpretativa que ha logrado en apenas el año y medio que separa este disco de su debut, “La fiesta era para otros”. 


A lo largo de la entrega, deliciosamente homogénea y coherente en su factura, Alejo navega a gusto, a roce de timón, por el mar de sus emociones y sentimientos, que transitan sin contradicción del otoño floreciente a la primavera de hojas caídas. Logra impregnar sus canciones con el aroma de unas influencias de categoría que otorgan a su trabajo una pátina clásica, asentando firmemente su música sobre las mismas columnas que soportan el peso de artistas consagrados y míticos como Tom Petty, The Beatles o Wilko. Además, se pueden sentir otras referencias tan maravillosas como la del canadiense Josh Ross, el estadounidense Ryan Adams o el británico Jesse Malin, por citar algunos. Convendría apuntar, de paso, que Alejo es un melómano empedernido y que continuamente busca y rebusca música para inspirarse y para poder respirar. 


Abre el disco “Diamantes”, que muestra al crooner de Tudela captando fotografías sobre lo efímero de la vida, reflexionando sobre recuerdos familiares, inmortalizando en estrofas los brillos y las sombras que saltan cuando traemos a la memoria a quienes nos faltan, a quienes fueron cercanos, pero fenecieron, una atmósfera musical que nos remite a los Wallflowers de Jakob Dylan. La siguiente “Mi cruz”, que orbita sobre el pensamiento interior y sus alrededores, un corte biográfico donde asoman los sensibles hilos que mueven su particular mundo, reproches a uno mismo, aceptación deportiva mientras que asoma la estirada sombra del Tom Petty más roquero entre el compacto sonido de la banda. La fragilidad desborda en “Alas de gárgola”, encontramos el rastro de una confesión a vena abierta, sangrando frente al espejo, extrayendo una explícita conclusión “todos llevamos alas de gárgola aguantando el peso que cae en nuestra espalda”. El resplandor acústico en “Tenemos algo que solucionar” ilumina esta sentida canción, que transcurre rasgueando a fondo sobre un riff obsesivo, un acorde hipnótico, invocando el fantasma del súper grupo Traveling Wilburys, unas estrofas que recorren los límites de lo cabal desde la primera persona, visibilizando los traumas personales y enseñando las cicatrices que produce el sinsentido en que se ha convertido el mundo. 


Después “Rambo”, que se asienta sobre una ronda de acordes sencillamente efectivos donde la emoción crece por segundos y Alejo esquiva lo previsible convirtiendo la canción en un lugar único de la que brotan texturas en cada una de sus partes. Unas maneras muy inteligentes y elegantes que le llevan a rozar el universo que habita, por ejemplo, Josh Rouse. “Frontera” habla de cruzar los límites, de dar el paso y saltar sin mirar hacia atrás, perder el miedo a crecer, una composición que musicalmente transmite fuerza y energía mediante vigorosos riffs, la urgencia y la electricidad lo acercan al primigenio punk neoyorquino de mediados de los setenta. El medio tiempo “Gato pardo” es instantánea en blanco y negro que retrata ambiciones, añorando desde el presente lo que aún no se ha sido, y en cierta medida está inspirada en un libro que encontró en la estantería de su padre y que trataba sobre el gatopardismo, la filosofía de quienes piensan que es preciso que algo cambie para que todo siga igual. “La máquina” levita sobre una preciosa melodía, redondo riff que sostiene con destreza una perfecta estructura melódica al servicio de una historia que busca alumbrar las grietas más oscuras de las relaciones de pareja: “se rompió la máquina que paraba el tiempo entre nosotros dos”, una la letra que lanza un guiño cinematográfico (hay varios en el disco) a su director favorito, José Luis Cuerda.

 

En “Quería escribirte” canta Alejo a la exaltación de la sinceridad, a la desidiosa confesión a pecho abierto. Las estrofas posponen lo inevitable a golpe de riff distorsionado, un porte musical y un sonido que sugiere la figura del indispensable Ryan Adams. “Tiene que doler” es una pieza que llevaba años esperando a ser atendida, su sonido oscuro y ochentero nos hace sobrevolar la obra The Smiths, y en ella se refuerza la idea de que aquello que quieres, te dejará cicatriz. “Quién puede dormir” es una canción trasnochada social, en palabras del propio Alejo, desde donde contempla las miserias de este planeta: “No he madurado, sólo vivo sin careta, al final no soy tan raro” y en la que también podemos sentir la sombra de Roy Orbison y una sobria caricia de soul. “Cambiamos de misión” repasa semidesnuda los girones sentimentales que, tras la discusión, aún colean en la sístole del corazón. Acústica y rhodes sostienen toda la emotividad de esta delicada y preciosa pieza que cierra “Diamantes”.


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