domingo, 2 de febrero de 2025

Amaia publica su nuevo disco “Si abro los ojos no es real”


Estás a punto de escuchar la coreografía cantada de una pirueta extraterrestre. 

“Y, sin embargo, es tan humana”, decimos nosotros, ufólogos fascinados, desde la torre de control. Amaia se posa en el suelo, corre, oímos su risa. Pero de pronto se detiene. Debe cruzar un puente. Tiene miedo.  

En “Visión” empezamos el recorrido por ese paso incierto: el temor a la nueva acrobacia que está a punto de hacer. Los versos bailan sobre coros celestiales, terciopelo. Al otro lado del puente espera la niña que fue. No abras los ojos. ¿Ves su sombra pequeña a lo lejos? En “Tocotó”, Amaia observa el corre corre de la vida. Galopa fulgurante puente adelante, pero, mientras tanto, piensa. Gira trazando un círculo precioso: el encuentro con una Amaia bebé que entonaba la canción que ahora revisa con ojo crítico: ¿por qué y cómo corremos, caballito? 

No abras los ojos, que esto sigue. Escucha esta bossa nova trepidante, este amor que te bota en el pecho en “Nanai”. 

En “M.A.P.S” Amaia es todo menos complaciente. Pero es que el amor, una relación real con alguien, es así: un pulso duro y hermoso. Amaia corre adelante, con determinación, madre de una madre por un momento. E inmediatamente después, en “Auxiliar”, la pirueta se hace triple: El pájaro se vuelve hacia el nido del que salió volando y lo mira con un cuidado que duele. Amaia canta desde la voz de la madre 

Ahora no abras los ojos por nada del mundo. “Magia en Benidorm”, “Tengo un pensamiento” -la gran balada sin reparos, el abrazo del amor desatado y hermoso, puro y sin miedo- “C’est la vie” y “Giratutto” nos hablan de deseo y amor loco, de un ser humano tirándose como un animal sobre otro humano al que ama (pese al miedo de los otros). De pensamientos recurrentes, del deseo de amor eterno y el miedo al fin. Reptan por la resignación humana, el mareo del amor, que te explota dentro con la verdad de una canción pop. Al final de todo, reconócelo, lo que más quieres es bailar. Hazlo sin abrir los ojos. Esto que te mueve el cuerpo es “Despedida”. La muerte, una fiesta que se encabrita. Casi llegamos al final. ¿Escuchas ese tintineo? Son los pasos de “Fantasma”. Es la voz del que ya se fue. 

Y entonces “Ya está”. El encuentro con un niño que también tiene miedo nos devuelve al punto de partida. Sólo quedan unos metros de puente caminando junto a ella.  Amaia ama y lo cuenta, siente y lo cuenta. Tropieza. Se levanta. Se sacude el polvo de la ropa. Nos mira fijamente con la inteligencia de quien ha abierto su diario y lo ha convertido en un poema circular. Sonríe. Nos ha mostrado, orgullosa, su pequeñez y su miedo. Y eso la hace inmensa. 

Ya has cruzado el puente. Puedes abrir los ojos. 

 Sabina Urraca 

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