Con “Pulpa”, Los Chivatos firman el disco más sólido, delirante y magnético de su carrera.
La banda lleva su particular estilo chivato, esa mezcla insólita de letras surrealistas, rap perezoso y guitarras que muerden, a un territorio donde el caos se vuelve precisión quirúrgica.
Los nuevos temas, junto a los ya contagiosos singles “Tron”, “Desplázate o corre” y “La playa”, confirman lo que muchos sospechaban: Los Chivatos suenan como si Pony Bravo y Rage Against The Machine hubieran engendrado a un System of a Down en castellano, pero criándolo a base de paranoia grunge y energía anfetamínica.
Su universo artístico, documentado en su imprescindible Odio eterno al arte moderno, redefine el concepto de actitud. Si el punk proclamaba que no hay futuro, ellos han inventado el Ñunk, una corriente donde sí hay un futuro, pero da igual.
¿Qué queda de los primeros Chivatos? La misma urgencia creativa, pero ahora canalizada con una premisa irrebatible: hacer hits sin perder el filo, mantener la diversión y seguir siendo esa banda que corre como un pollo sin cabeza, sin saber cuándo caerá… y celebrándolo.

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