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lunes, 25 de agosto de 2025

El dúo Wiña se entrega a la neo-psicodelia y experimentación en “Anzuelo”, su single debut

Como una canción-carnada para los sentidos, la carta de presentación de Juan Desordenado y Daniel Ramos abre un espacio para la imaginación, el juego y la contemplación. Improvisaciones con guitarra y bajo sobre bases electrónicas íntimas dan forma a un paisaje sonoro que resiste la velocidad del presente y se entrega por completo a lo sutil, atmosférico e inesperado. 

Entre lo hipnótico y lo estimulante está Wiña, nuevo proyecto de Juan Desordenado y Daniel Ramos que debuta con una canción nacida del cruce entre lo orgánico y lo digital, de lo espontáneo y lo minucioso. Se trata de Anzuelo, pieza que da inicio a un relato sonoro marcado por la improvisación, la sensibilidad melódica y un enfoque experimental que funciona como invitación inmersiva a disfrutar de las cosas simples de la vida. 

'No hay nada como estar bajo a la sombra de un árbol', canta la dupla que formó parte de Maifersoni, en el estreno que parece ir en contra de la inmediatez de estos tiempos, tanto por su mensaje como por su maridaje deforme y particular de rock alternativo, neo-psicodelia, pop electrónico y música experimental. 

"Es una canción que avanza sin prisas y que, lentamente, va develando su magia. Es lo primero que tocamos juntos. Daniel llegó con la base y grabamos guitarras y bajos encima. Mucho de lo que salió, como la guitarra principal, surgió a la primera. Quisimos reflejar esa frescura y no tenerle miedo al error, sino que incorporarlo como aliado y estrategia de trabajo", explica el guitarrista Juan Desordenado. 

La libertad creativa, el juego y la intuición son parte fundamental del sonido e identidad estética de Wiña. A lo largo de “Anzuelo” emergen elementos inesperados que enriquecen el carácter único del proyecto: samples de videojuegos como Super Mario y fragmentos de series antiguas aportan capas de rareza y texturas difusas, ampliando la atmósfera introspectiva hacia lo onírico e inquietante.  

Como una especie de collage digital-analógico cargado de paisajes de ensueño, la canción comparte el enorme espacio imaginario que se levanta entre los dos primos a la hora de componer, práctica que realizan juntos desde mucho antes de integrar Maifer, y que hoy profundizan desde la vereda de la improvisación. 

Actualmente, Wiña funciona a distancia, entre Santiago y Lucerna, Suiza —el nuevo hogar de Daniel desde hace un año—. Aprovechando una visita del bajista a Chile en mayo recién pasado, decidieron grabar el videoclip de “Anzuelo” en modo guerrilla, junto al realizador Tomás Orellana. 

"Armamos una situación con un par de luces y una máquina de humo, simulando un lugar irreal y psicodélico. Fue hecho con cero pesos y toneladas de entusiasmo. Luego, pasé un par de meses montando el material y, al final, la gran artista Marina Gris intervino con unas animaciones, elevando lo que en un comienzo era un simple acompañamiento de la canción. Me parece un videoclip honesto, sin pretensiones, pero con una estética bien especial. No se trata de nada en concreto, es solo un buen momento que pasamos juntos, lo que refleja el sentimiento plasmado en la letra: un momento para contemplar", detalla Juan. 

Con Alex Neira como encargado de la mezcla y masterización, Wiña ha encontrado aliados clave en la construcción de su propuesta sonora. Semana a semana, en sesiones donde se entrelazan las búsquedas técnicas y estéticas, el dúo va construyendo su álbum debut, un espacio para habitar el misterio de la existencia con la calma que se merece.  

"En tiempos donde la inmediatez y eficiencia dominan la palestra de todo lo que hacemos, este debut es una invitación a reflexionar sobre la alianza entre naturaleza y máquina, para bajarle el pulso a la banda sonora local", concluyen. 

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