Nos miran son un grupo atípico. Sus temas, entre el dream-disco y el house-pop, esconden a un grupo con un concepto especial de sí mismo y de sus canciones de elevado tono introspectivo.
Estas dos características contrastan radicalmente y dan como resultado una banda que conecta con el oyente de manera única y especial. Si “Humo” y, especialmente, “Todo Se Repite” ya ofrecían una buena muestra de ello, “Siempre Igual” sublima esa idea. Sergio Rodríguez y Marta Quintana nos hacen entrar en trance con sus proyecciones difuminadas y su esencia crepuscular, pero el poso existencialista de antaño esta vez se abre de manera descarnada con unas letras más directas. Trascienden radicalmente ese término tan simplista que denominan “bailar triste”. Aquí hay poso, hay actitud, hay ideas. Personalidad, lo llaman.
Temas como “Siempre Igual” u “Oculto” construyen el estado de ánimo de este disco formado por canciones cortas, como una especie de “Popemas”, el mítico álbum de Nosoträsh, pero en clave house.
En esta sorprendente colección merecen mención especial sus singles de adelanto: “Siempre Igual” y la triste y melancólica “La Torre”. También ese hit contundente para las pistas de baile que es “No Quiero El Control” o “La Chica Que Curaba Textos”, esa historia exquisita y delicada de poco más de un minuto. Al final, “Siempre Igual” se convierte en un disco de escucha sorprendentemente ágil y disfrutable, una condición que ayuda al oyente a repetir constantemente para sacar jugo a esas letras llenas de aristas y saborear el poso de algo muy especial, porque si algo está claro es que Nos miran no son iguales a los demás.
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