Vecinos es todo actitud, descaro y desafío al orden establecido en la música popular. Rock revoltoso ejecutado con traje y corbata, punk para gente con trabajos de oficina y garage para agitar a las masas. Martín, Isma, Miguel e Iñaki son la opción de consenso que va camino de la mayoría absoluta (en salas de concierto y festivales, evidentemente).
Siempre saludaba es una frase cientos de veces escuchada en noticias de sucesos. Dar los buenos días a tus vecinos, además de valerte un cumplido en el caso de que cometas un crimen, puede llevarte a formar una banda. Algo así es lo que sucedió con este cuarteto barcelonés, cuya aventura empezó en un rellano y cuya elección de nombre era evidente. Tras cruzarse varias veces en el portal de casa, cada uno con su guitarra a cuestas, Martín e Isma empezaron a compartir maquetas entre ellos. Desde entonces, una cosa ha llevado a la otra. A las pocas semanas ya tenían un concierto programado. Vecinos, acostumbrados a hacer de la necesidad virtud, incorporaron a Iñaki a la batería, a Miguel al bajo y siguieron adelante con el plan establecido.
Puede ser que ser joven y estar en un grupo sea algo más que juntarte con amigos en el local de ensayo, componer un puñado de temas y echarse a la carretera para defenderlos en directo. Puede ser que sea algo más, pero nunca algo menos. Esa efervescencia, ese ímpetu por tocar, se hace notar en unas canciones que se mueven entre el punk, el pop y el garage. Letras mordaces, cruce de referencias intergeneracionales y estribillos extrañamente familiares: aunque sea la primera vez que los escuches, lo raro es no empezar a cantarlos de repente.
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