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martes, 7 de junio de 2022

Interrogación Amor publica su nuevo disco “Cómo un ángel podría romper mi corazón”


Todo es mentira. La inmediatez. Las sonrisas en Instagram. La certeza de la felicidad. Todo falso. Nos atenazan las dudas. Los miedos. Por eso escuchar a Interrogación Amor es como echarse colirio en los ojos, quitarse las gafas, para ver la nada. La juventud de Carlos y Javier, su clarividencia, es, permítannos decirlo, insultante. “cómo un ángel podría romper mi corazón”, su nuevo disco, y el primero con su nueva formación como dúo, funciona poliédricamente.  


Como una sinuosa trayectoria abstracta entre estilos musicales, una especie de tratado de posmodernismo sonoro, capaz de pasar por el folk, el noise, el avant-garde, el trip-hop, el jungle, el digicore, el synth-pop o el punk, sin apenas despeinarse. También funciona como un ejercicio de poesía a corazón abierto, sin tapujos, contundente y áspero, lleno de ironía malsana y frases memorables. Pero probablemente su aspecto más atractivo es su condición esquiva. Interrogación Amor habitan la oscuridad con una naturalidad que desarma, rompen tópicos casi sin pretenderlo, creando un universo que conquista por sus penumbras, sus incógnitas, por hacer del negro un espacio hipnotizante, desasosegante y confortable al mismo tiempo. 


Punto de partida: “nadie me dijo que estaba sangrando”. Entre el sonido de los primeros lanzamientos de Cherry Red, el avant-garde y el spoken word. Comienza la hipnosis. Lanzarse al fondo de un pozo como el que se sumerge en una piscina de oro. Turbulencias. Ruido. “No saben cómo me llamo, ¿qué nombre recitarán el día de mi funeral?” SONIC YOUTH. Y después, “NADA!”. El primer adelanto de este nuevo disco.  


Synth-pop y punk-pop. Adictiva. Inmediata. Explosiva. Despecho y vacío. Las gotas de sudor recorren la sien. Para cuando empieza “el amor está en el aire”, los golpes han llegado de todos los flancos. Ese riff sedoso, seductor, amable, esa manera de romper la canción y levantarla un tono, para decirnos al oído “El amor está en el aire y yo me voy a ahogar”. Y en ese momento entendemos lo difícil que es respirar. “una manera perfecta de morir” funciona como la primera parte de un díptico: una promesa de amor eterno, a prueba de bombas, entre ritmos trip-hop y bajos gordos. PORTISHEAD. MASSIVE ATTACK. Díptico que cierra “¿cómo nos pudo pasar?”. El desengaño, la realidad imponiéndose, y la explosión a modo de jungle. Sudores fríos. Escalofríos y temblores. Convulsiones. ¿Cómo puede la escucha de un disco ser algo tan físico? 


Y llega “MALA SUERTE”. El Bowie noventero más esquivo, el que componía para David Lynch, digicore y bilis, como si estuviera William Orbit tras los mandos. Como si Björk volviese a sus tiempos más inspirados. “Mala suerte sin pecado concebido”. Menudo latigazo. Inmisericorde. Cómo nos gusta la total ausencia de condescendencia. Y entonces llega “ojalá no salga el sol”, la delicadeza, la guitarra acústica, acariciada, como los momentos de paz de SMASHING PUMPKINS. “Persigo tu fantasma / Por las grietas de tu techo / Compartiendo nuestra sombra / Tú y yo, también el miedo”. Y entonces nos rompemos. ¿Dónde estaba toda esta belleza? ¿Es esto lo que esconde la oscuridad? ¿El silencio? ¿La calma? ¿Es la única manera de conseguir la paz? Y entonces nos damos cuenta de que es la primera parte de otro díptico, el que cierra “en un jardín de amapolas”: “Contando tus latidos / Nos dormimos / Mientras lloras / Volver a nuestro sitio / Un jardín de amapolas”. Y encontramos las turbulencias detrás de la paz, el ruido que hay en el silencio, la belleza que hay en la deformidad. Los sonidos rebotando contra las paredes. La sensación final de vacío, de haberlo soltado todo, de no quedarnos nada dentro. Y entonces hacen tu alma levitar por encima de las nubes con la coda final de “CRISTAL”. Sí, somos frágiles y hermosos. Shoegazing y épica, delays y ecos, EXPLOSIONS IN THE SKY haciendo latir nuestros corazones, pero haciéndonos contener la respiración. ¿Qué ha pasado? 


Un punto y aparte merece la ayuda en la producción de DJ HATER (residente de El Invernadero), que ha dado una mayor complejidad y aristas a un disco ya de por si lleno de cicatrices. Pero es que una vez más, Interrogación Amor nos han dejado sin palabras. Esto va muy en serio. Esto es muy serio. ¿Están preparados para romper su corazón?

 

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